El cloruro de sodio, NaCl, comúnmente conocido como sal común, es un compuesto iónico que se constituye en una red cristalina de celda unitaria cúbica.
La forma de entender este enlace iónico es por la cesión de un electrón por parte del sodio al cloro, de forma que ambos se ionizan para adquirir una configuración de última capa de 8 electrones, la cual, según la teoría de Lewis, dota a los átomos de una máxima estabilidad en su semejanza con los gases nobles que se encuentran en el mismo nivel energético.
El sodio al ceder un electrón se convierte en el ion Na+. El cloro al adquirirlo se convierte en ion Cl-. Entonces, por el mero hecho de tener cargas negativas netas opuestas, se atraen y se distribuyen en la estructura que permita la mayor envoltura posible de unas cargas por las de signo contrario, estableciendo un patrón que pueda mantenerse a lo largo y ancho del espacio. Esto lleva a que cada ion de sodio se rodeo por seis iones de cloro y viceversa. Esta es la naturaleza del enlace iónico que no debe entenderse nunca a nivel atómico, como un enlace entre un sodio y un cloro, sino como la síntesis de la red cristalina que se replica en el espacio con una determinada proporción de iones de un tipo de átomo y de otro, fruto de la atracción electrostática que surge entre ellos.
El cloruro de sodio se forma a partir de sodio en estado sólido y cloro en estado gaseoso. El cloro en estado gaseoso se encuentra en su forma molecular Cl2. En ella, dos átomo de cloro forman un enlace covalente, gracias al cual, compartiendo mutuamente un electrón, ambos se benefician alcanzando el número de 8 electrones con el que obtienen la tan valorada estabilidad.
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