Tan pronto como se enuncia una Ley general surgen numerosos intentos para desvalijarla intentando demostrar experimentalmente su incumplimiento. Y así ha sucedido con la Primera Ley de la Termodinámica. A todos los inventos que se ha contruido para intentar demostar la invalidez del Primer Principio de la Termodinámica se los conoce como móviles perpetuos de primera especie. Básicamente todos ellos intentan demostrar que no se cumple la ley de la conservación de la energía y que hay ciertos dispositivos ingeniesos que supuestamente pueden funcionar por tiempo ilimitado sin necesidad de recibir un aporte de energía igual o superior al trabajo que realizan.
Arriba puedes ver un par de ejemplos de inventos que se concibieron a tal fin, incluso mucho tiempo antes de que se formulara la Primera Ley. El primero, el vaso que se llena a sí mismo, se atribuye a Robert Boyle. El segundo, la rueda giratoria que se empuja a sí misma, se atribuye a Leonardo da Vinci.
Abajo puedes ver otro móvil perpetuo de primera especie cuyo funcionamiento se muestra en un vídeo del Canal Sur de Andalucía. Muy divertido y sorprendente.
Precisamente esto ha llevado a una nueva manera de enunciar la Primera Ley de la Termodinámica: ningun sistema que trabaje cíclicamente es capaz de realizar un trabajo por tiempo ilimitado sin estar recibiendo una cantidad de energía igual o superior al propio trabajo realizado.
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