La velocidad del sonido se puede medir con un experimento en el que se producen ondas estacionarias de sonido en el interior de un tubo de Kundt. La técnica es bastante sencilla. Se disponen en el interior del tubo unas limaduras de arena o tierra en polvo o unas bolitas de un material muy ligero. Con un generador de audio se produce un tono audible cuya frecuencia se selecciona a voluntad.
Si la intensidad del tono audible es suficiente y la relación entre su frecuencia y la longitud del tubo es la propia para que se produzcan ondas estacionarias, las motas de polvo o las bolitas irán distribuyéndose en un patrón que mostrará los puntos en los que se localizan los nodos y los vientres.
En este patrón se puede medir la longitud de onda del sonido generado. Conociendo la longitud de onda y la frecuencia podemos calcular fácilmente la velocidad de propagación del sonido.
En este experimento las ondas estacionarias son las propias de un medio abierto por un extremo y cerrado por el otro. Es decir, el lado al que se conecta el altavoz que emite el sonido está abierto y en el mismo habrá siempre un vientre. Mientras que en el extremo opuesto hay siempre una superficie de separación (a veces el propio recipiente, otras un cambio de medio como puede ser agua) en la que se refleja la onda y donde siempre se encuentra un nodo.
En este experimento las ondas estacionarias son las propias de un medio abierto por un extremo y cerrado por el otro. Es decir, el lado al que se conecta el altavoz que emite el sonido está abierto y en el mismo habrá siempre un vientre. Mientras que en el extremo opuesto hay siempre una superficie de separación (a veces el propio recipiente, otras un cambio de medio como puede ser agua) en la que se refleja la onda y donde siempre se encuentra un nodo.
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