El ácido sulfúrico es uno de los compuestos químicos más utilizados en la industria. En el aprendizaje de química, uno se familiariza fácilmente con el mismo, ya que se involucra en un montón de reacciones químicas diferentes.
La fuente de la que procede el ácido sulfúrico en la Naturaleza es la piedra pirita. Este es un mineral que se conoce y admira desde la antigüedad por su brillo deslumbrante, hecho que ha llevado en ocasiones a que algunos lo hayan confundido con oro. La piedra pirita está constituida principalmente por sulfuro de hierro, FeS2, un sólido que se organiza internamente con una estructura cristalina, que suele la celda unitaria propia de los sólidos platónicos: cúbica, octaédrica, dodecaédrica o icosaédrica. Los antiguos también conocían de esta piedra la propiedad de emitir chispas al ser frotada con otras.
Pero no fue hasta principios del siglo XVIII que se empezó a desarrollar el tratamiento para la obtención de ácido clorhídrico a partir de ella. Actualmente, el primer paso de este tratamiento consiste en la combustión, por la cual se hace reaccionar el sulfuro de hierro triturado con oxígeno del ambiente para dar lugar a óxido férrico (Fe2O3) y anhídrido sulfuroso (SO2). La reacción es exotérmica y el calor emitido se utiliza para hacer girar el motor que transporta los reactivos iniciales, de forma que la materia prima opera a la vez como fuente energética para la industria que se construye para la obtención del producto final.
El polvo obtenido de sulfuro de hierro se descarta. El anhídrido sulfuroso, es estado gaseoso y a muy alta temperatura, se trata con agua para la eliminación de impureza, se enfría y finalmente se deshidrata.
En un último paso, se facilita la oxidación del anhídrido sulfuroso para obtener SO3. Esta reacción es muy lenta, aunque suele acelerarse por el uso de un catalizador, normalmente óxido de vanadio. Este último se disuelve en agua, con la que reacciona para dar lugar al ácido, H2SO4, que puede alcanzar una riqueza del 98 al 99%.
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