La tabla periódica de los elementos es la piedra angular sobre la que gira toda la Química. Es el resultado de décadas de paciente investigación durante las que un ejército de miles de (muchos de ellos hoy en día anónimos) investigadores experimentaron para determinar la propiedades de los diferentes elementos químicos que se iban consiguiendo aislar.
A partir de propiedades elementales como el punto de fusión y ebullición, la conductividad del calor y la electricidad, la capacidad de reaccionar con el hidrógeno o las energías de ionización, se fue encontrando la forma de ordenar los elementos en grupos equivalentes y semejantes según su disposición en filas y columnas dentro de una tabla.
Fue el químico ruso Mendeleiev quien aportó la tabla periódica de los elementos tal y como la conocemos a día de hoy. En ella, cada elemento es distinguido por un acrónimo, un número atómico y una masa atómica. Opcionalmente, algunas tablas pueden aportar también otros datos como el número másico, la densidad o la estructura electrónica.
La tabla periódica puede dividirse en unas pocas grandes zonas:
- Elementos metales.
- Elementos no metales.
- Elementos semimetales.
Todos los metales son sólidos y conductores en condiciones normales de presión y temperatura, excepto el mercurio que es líquido. La gran mayoría de los no metales se presentan en estado gaseoso en condiciones normales excepto el bromo, que está en estado líquido. El silicio es un semimetal cuyo estado en condiciones normales es el de un sólido blando, lo mismo que ocurre con el azufre, un no metal.
En una clasificación más detalladas se distinguen:
- Metales alcalinos.
- Alcalinotérreos.
- Otros metales.
- Metales de transición.
- Lantánidos.
- Actínidos.
- Metaloides.
- No metales.
- Halógenos.
- Gases nobles.
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