El descubrimiento de la radioactividad pudo de manifiesto que a nivel subatómico ciertos procesos desconocidos acontecían en determinados materiales. Al tiempo se vio que estos procesos tenían lugar en el interior del núcleo atómico y que, según su naturaleza, podían dar pie a tres tipos diferentes de radiación:
- Radiación alfa: debida a la emisión de núcleos de helio, con una doble carga positiva (tienen dos protones y dos neutrones en su interior), más masivos, altamente ionizantes del medio que atraviesan y que se desvían hacia la derecha al atravesar un campo magnético.
- Radiación beta: debida a la emisión de partículas cargadas negativamente, menos ionizantes que la radiación alfa y que se desvían hacia la izquierda ante la presencia de un campo magnético, las cuales se acabaron asociando con simples electrones.
- Radiación gamma: radiación electromagnética de muy corta longitud de onda (alta frecuencia), neutra y, por lo tanto, que no se desvía ante la presencia de un campo magnético. La menos ionizante de todas.
Las dos primeras formas de radiación fueron descubiertas por Rutherford; la tercera por Paul Villard.
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