Que lo visible emerge de lo oculto es algo sobre lo que cada vez más personas se vuelven conscientes pero hay que ver hasta qué punto eso es cierto en el terreno de la Ciencia, por más que les pese a muchos académicos en la actualidad que enarbolan la bandera de la objetividad del método científico y la veracidad del imperio de la razón como contraposición al conocimiento místico del que realmente surgieron.
Durante siglos en Europa la simiente de la nueva Química se fue fraguando a la lumbre de los alquimistas que empezaron a combinar un antiguo conocimiento esotérico con la experimentación. Estos sabios además de un gran afan de aprender poseían códigos éticos de conducta que bien vale la penar echarles un vistazo hoy en día y además se ceñían a ellos con entrega. Hoy en día parece que todo valga con tal de figurar como el descubridor de un nuevo hallazgo o hacer lo que sea para obtener una cuota de éxito y fama...
Una de las personas más influentes durante la Edad Media por sus conocimientos místicos pero también de medicina y Iatroquímica (se podría considerar una antecesora de la farmacia por su aplicación de minerales para el tratamiento de enfermedades) fue Paracelso.
Paracelso, que como tantos en su época se inspiró en el gran místico español Ramón Llull (mejor nos iría rememorando mentes brillantes como ésta o la de Averroes, Teresa de Ávila o Maimónides en lugar de nuestros patéticos conquistadores) desarrolló un interesante estilo de vida que se basaba en 7 reglas.
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