Es difícil encontrar en la Naturaleza fuentes de emisión de ondas de una frecuencia pura. Es más usual que una misma fuente varíe un poco la frecuencia de emisión dando pie a trenes de ondas que se componen de tonos ligeramente diferentes. Cuando dos o más ondas con frecuencias diferentes interfieren se producen pulsaciones. Tales pulsaciones son más claras cuanto más cercanas estén las frecuencias de las ondas individuales entre sí.
Para obtener la expresión que da cuenta de una pulsación no hay más que aplicar el principio de superposición de la misma forma que se hizo para obtener la fórmula para la interferencia de ondas armónicas. Lo único es que en este caso lo que cambia es la frecuencias (y por lo tanto la longitud de onda y el número de ondas k también). Para simplificar lo habitual es considerar que la amplitud de las ondas es la misma.
Al final el resultado de una pulsación es el producto de dos ondas:
- una onda pulsante: que oscila con una frecuencia que se corresponde con la media aritmética de la de las dos ondas originales.
- una onda modulada: que envuelve a la anterior, modificando su amplitud entre cero y un valor máximo. Este máximo se alcanza cuando ambas ondas llegan a estar en fase. Y el mínimo se produce cuando están en oposición de fase. La frecuencia de la onda modulada es igual a la diferencia de la de las dos ondas originales entre dos. Por lo tanto, la onda modulada tiene siempre una frecuencia mucho menor que la pulsante.