La Tierra misma es un gran imán y su potente campo magnético actúa como un escudo protector contra los millones de partículas cargadas que nos bombardean continuamente provenientes de las llamaradas solares. Si estas partículas alcanzaran nuestro medio ambiente la vida no sería posible.
El campo magnético terrestre se deforma debido al movimiento de la Tierra alrededor del Sol y por detrás se extiende por millones de kilómetros, lo que resulta equivalente a la cola de los cometas.
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