Históricamente, las primeras muestras de que pudiera haber una cierta cantidad que se conservara implícita en los cuerpos que se pueden mover nos llegan de los experimentos que Galileo Galilei hizo con planos inclinados. Galileo observó dos cosas:
- un cuerpo que baja rodando por un plano inclinado subirá hasta la misma altura inicial si se coloca otro plano inclinado enfrentado.
- cuerpos que bajen por planos inclinados con distinta inclinación alcanzarán todos la misma velocidad si parten de la misma altura.
La energía es una la magnitud que nos dice la cantidad de trabajo que puede realizar en determinado sistema físico.
Cualquier trabajo se realiza gracias al desplazamiento acumulado de una fuerza en acción. La fuerza infringe una aceleración que conlleva un cambio en la velocidad.
Cuando ese trabajo se puede realizar gracias a la posición en la que se encuentra el/los componente/s del sistema, la energía se denomina potencial. El caso más sencillo y popular es la energía potencial gravitatoria en la Tierra que se debe a la acción de la gravedad dependiendo de la altura: U = mgh.
Cuando el trabajo se puede realizar gracias a la velocidad con la que se mueve el/los componente/s del sistema, la energía se denomina cinética. La energía cinética es siempre igual a un medio de la masa por la velocidad al cuadrado como lo demuestra el Teorema de la Fuerzas Vivas.
Lo que apreció Galileo tiene que ver con la Ley de la conservación de la energía que indica que: en ausencia de fuerzas externas la energía total de un sistema, que es la suma de la energía cinética (EC) y la energía potencial (U), se conserva.
ETOTAL = EC + U = constante
El Teorema de la conservación de la energía no fue enunciado como tal hasta el siglo XIX de la mano de los estudios experimentales realizados por James Prescott Joule.
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