El primer termómetro de la Historia fue concebido por Galileo Galilei y se fundamentaba en el principio de Arquímedes. Básicamente se trataba de un tubo lleno de agua con una esfera en su interior de un tamaño y densidad tal que, en función de la temperatura del agua, se sumergía más o menos.
Más adelante se añadirían más esferas para cubrir una escala más amplia de temperaturas una vez que la primera y posteriores esferas hubieran llegado ya al fondo. También se añadiría una escala graduada que permitiera realizar medidas cuantitativas (Giovani Franceso Sagredo y Santorio Santorio).
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