Evangelista Torricelli fue un discípulo de Galileo Galilei que en el año 1643 realizó un experimento muy sencillo con el que consiguió demostrar que el aire pesa y ejerce una presión: la presión atmosférica.
Lo único que hizo Torricelli fue llenar un tubo de un metro de largo con mercurio, que es un curioso metal cuyo estado es líquido a temperatura ambiente (en condiciones comunes) y de una densidad unas 14 veces superior a la del agua. El tubo estaba taponado por un extremo y lo tapaba con el dedo por el otro. Entonces invirtió el tubo colocando el extremo taponado con el dedo hacia abajo dentro de un recipiente que contenía mercurio también. Y entonces quitó el dedo para dejar abierta la parte inferior. ¿Qué es lo que sucedió? ¿Qué esperarías que sucediera? ¿Esperarías que toda la columna de mercurio se vaciara? ¿Esperarías por contra que permaneciera en la misma posición?
Lo que sucedió es que la columna de mercurio descendió un poco, hasta un cierto punto y ahí se detuvo. De hecho se detuvo exactamente a una altura de 760 milímetros. Y siempre se detendría a esa altura tantas veces como se repitiera la experiencia. ¿Por qué?
Para Torricelli fue la prueba irrefutable de la existencia de la presión atmosférica. Su interpretación fue que el líquido descendió hasta que su presión se igualó con la presión que el aire ejercía sobre el recipiente que contenía mercurio fuera del tubo.
Esta experiencia sentó las bases para la construcción de los primeros barómetros. Con el barómetro de Torricelli la presión se suele leer directamente en mm Hg (milímetros de mercurio), aunque para obtenerla realmente en unidades de presión habría que realizar una conversión.
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