Este influyente hombre de su tiempo, considerado uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, astuto, apasionado, controvertido y polifacético, dedicó gran parte de su vida al estudio de los fenómenos eléctricos, llegando a poner gravemente en peligro su vida por sus experimentos con rayos. En efecto, Franklin diseñó una cometa con alambres metálicos con la que pudo captar los extraordinarios corrientes provenientes de los rayos eléctricos y con ellas cargar una enorme batería eléctrica basada en la conexión de una gran cantidad de botellas de Leyden. No es de extrañar que el hombre que jugaba con los rayos acabara siendo el inventor del pararrayos.
También es relevante Benjamín Franklin por haber sido el primero en plantear que la conducción eléctrica se debía a la presencia de un único fluido. Según la dirección en la que se desplazaba este fluido generaba excesos o faltas en determinadas zonas de un/os material/es. Donde el fluido producía un exceso se acumulaba carga eléctrica con lo que quedaba cargado positivamente. Donde se producía una falta de fluido quedaba cargado negativamente. También es interesante reseñar que Franklin llegó a estas conclusiones de forma independiente ya que no tenía conocimiento de los estudios previos realizados por Stephen Gray o Du Fay, al otro lado del Atlántico. Así, a diferencia de Du Fay, quien propuso la existencia de dos tipos de electricidad, vitrea y resinosa, Franklin podía explicar los fenómenos eléctricos a partir de un único fluido, incorporando el concepto de carga positiva o negativa asociado a un exceso o falta de ese fluido.
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