El único inconveniente para poder comprobar fehacientemente que todos los cuerpos caen con la misma aceleración es el efecto de la resistencia del aire que los puede afectar de forma diferente según su textura o superficie. Todos sabemos que si dejamos caer una hoja de papel o un bolígrafo desde una misma altura en realidad no llegarán a la vez al suelo. Y eso se debe a que la hoja de papel se ve "frenada" en mayor medida por la resistencia que experimenta por el aire que tiene que ir desplazando por debajo a medida que va cayendo.
Si esto es así es porque en la Tierra, el planeta que habitamos, la atmósfera que la envuelve no está vacía, sino compuesta de diferentes partículas: oxígeno, nitrógeno,..., en estado gaseoso.
Eso significa que el medio ideal para poder realizar esta comprobación sería el vacío. No es extraño pues que en el siglo XVII hubiera un auge en el desarrollo de dispositivos que permitían generar de forma artificial el vacío y se hicieran grandes demostraciones con ellos. Un popular ejemplo de ello son las esferas de Magdeburgo inventadas por Otto von Guericke.
Pero sin duda alguna uno de los momentos es los que Esto se pudo demostrar con mayor claridad fue cuando el hombre llegó por primera vez a la Luna y uno de los astronautas de la expedición hizo caer desde la misma altura una pluma y un martillo.
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