En el siglo XVII, el físico y jurista alemán Otto von Guericke, se divertía haciendo grandes demostraciones para sorpresa del gran público basándose en los ciertos conocimientos científicos que en aquella época todavía no podían ser explicados con exactitud. Tal era el asombro que generaban, que a menudo eran considerados como fruto de la magia.
Uno de estos experimentos fue el de los hemisferios de Magdeburgo, en el que se utilizaba una técnica para generar el vacío entre dos semiesferas de bronce unidas y luego de tiraba de ellas a través de sendas cadenas unidas a un grupo de ocho caballos en cada extremo, sin poder llegar a separarlas.
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