Las botellas de Leyden tienen muchísima importancia ya que supusieron el primer dispositivo capaz de almacenar carga eléctrica, lo que equivale a decir que fue el primer artilugio que podía almacenar energía eléctrica. Básicamente consiste en una botella con un hilo metálico en su interior y una superficie metálica en su exterior, debidamente separados y aislados, que por inducción serán cargados con la misma cantidad de carga pero polaridades contrarias.
La transferencia de cargas se realiza por una bolita metálica soldada el hilo central al ser puesta en contacto con un objeto que previamente se ha cargado por fricción por cualquiera de los métodos existentes a ese efecto.
Para poder acumular grandes cantidades de carga eléctrica y poder experimentar con ella, en ocasiones se llegaron a construir grandes botellas de Leyden que conectadas entre sí podían aprovechar la eventual descarga eléctrica de relámpagos para cargarse.
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